Hace apenas seis o siete años pocos clientes de las entidades financieras españolas sospechaban que la contratación de un préstamo hipotecario o la inversión en participaciones preferentes les provocarían tantos quebraderos de cabeza. No tendemos a leer la letra pequeña de los contratos, menos todavía en época de bonanza, y tampoco somos tan precavidos [...]
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